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El costo de las represalias: el paso en falso de Canadá en la guerra comercial

porJuan Andrés Gilabert

Mar 6, 2025

Canadá no puede ganar una guerra comercial gravando a su propia población: la verdadera influencia proviene de atacar la dependencia estadounidense de nuestras exportaciones, no de socavar nuestra propia seguridad alimentaria y economía.

La guerra comercial entre nosotros y los estadounidenses ya no es sólo académica. Es real, y Canadá está en el centro de una de ellas. En respuesta a la escalada de aranceles de los Estados Unidos, Canadá ha optado por tomar represalias. Si bien es necesario hacer frente a las políticas proteccionistas, la estrategia del gobierno federal podría, en última instancia, perjudicar a los consumidores canadienses mucho más de lo que afecta a los intereses estadounidenses.

Imponer aranceles e impuestos a los alimentos y bienes esenciales de los que dependen los canadienses no es sólo una mala decisión económica, sino un ataque directo a nuestra propia seguridad alimentaria. Es imposible ganar una guerra comercial contra los Estados Unidos, la economía más poderosa del mundo, y la estrategia de imponer aranceles en represalia probablemente genere más aranceles en respuesta. ¿El resultado final? Una recesión económica prolongada que afectará más duramente a los canadienses.

La realidad es que estos aranceles actúan como un impuesto a los consumidores canadienses. Cada costo adicional que se impone a los bienes importados se traduce en precios más altos en los supermercados, mayores costos para las empresas y una mayor presión financiera para los hogares. El gobierno puede intentar justificarlo como una reacción necesaria contra las políticas comerciales de Estados Unidos, pero la verdad es simple: Washington no soportará la peor parte de esta carga; los propios ciudadanos de Ottawa lo harán.

La estrategia del gobierno federal no sólo corre el riesgo de exacerbar la inflación, sino que también podría llevar a Canadá a una recesión. A medida que los ingresos disponibles se reducen y los presupuestos familiares se ajustan, el gasto de consumo, un importante motor del crecimiento económico, disminuirá. En lugar de castigar a los agresores comerciales estadounidenses, Canadá se está castigando a sí mismo.

Una respuesta más eficaz sería trasladar la carga a los consumidores estadounidenses mediante la aplicación de impuestos a las exportaciones canadienses, como la potasa, la carne de vacuno, los cereales porcinos y el aceite de canola, productos básicos de los que Estados Unidos depende en gran medida. Esta estrategia mantendría la influencia sobre el mercado estadounidense y evitaría daños innecesarios a los hogares canadienses. En cambio, Ottawa ha optado por disfrazar esta apropiación fiscal como una contramedida patriótica contra Estados Unidos, engañando a los canadienses haciéndoles creer que marcará una diferencia. El gobierno no sólo recauda ingresos a través de los propios aranceles, sino que también se beneficia del 5% adicional de GST sobre estos bienes de mayor precio. Esta no es una política económica sólida: es un error de cálculo económico.

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