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La dependencia olvidada: la respuesta de Canadá a los aranceles debe incluir el etanol como combustible

porJuan Andrés Gilabert

Mar 7, 2025

Los canadienses están hartos. Tanto en los estadios de hockey como en los pasillos de los supermercados, la frustración va en aumento: la convicción de que nuestra nación merece más respeto en su relación con Estados Unidos.

Mientras los ciudadanos hierven de descontento, la respuesta de Ottawa a las amenazas arancelarias estadounidenses ha sido previsiblemente mesurada, aunque poco inspirada. Sin embargo, en medio del teatro político habitual se esconde una poderosa arma, olvidada, en el arsenal comercial de Canadá: la profunda dependencia de Estados Unidos de los mercados canadienses para su etanol combustible.

El etanol no es sólo una nota a pie de página comercial: es un salvavidas vital para los agricultores estadounidenses y un mecanismo de subsidio para los productores de etanol en bastiones republicanos. Si Canadá quiere enviar un mensaje, apuntar a las importaciones de etanol de Estados Unidos podría ser la medida que finalmente consiga la atención de Washington.

Durante años, Canadá ha sido silenciosamente el mayor comprador de etanol estadounidense, absorbiendo casi el 40% de las exportaciones totales de etanol de Estados Unidos: más de mil millones de galones anuales. No se trata sólo de comercio; El etanol es un sustento económico para el corazón de Estados Unidos. Los agricultores de maíz del Medio Oeste, cuyos cultivos alimentan las plantas de etanol, dependen en gran medida del consumo canadiense. Si Canadá estrecha su frontera al etanol estadounidense, los temblores económicos se propagarán rápidamente por los estados republicanos, poniendo en peligro decenas de miles de puestos de trabajo y sacudiendo una industria que muchos políticos estadounidenses han construido sus carreras protegiendo.

Mientras tanto, la industria canadiense del etanol no es un actor pasivo. Durante décadas, ha impulsado la revitalización rural y una transición energética sostenible, ayudando a Canadá a cumplir los objetivos climáticos al tiempo que crea empleos. La producción nacional suministra una parte importante del etanol mezclado en la gasolina canadiense, apoyando directamente a nuestros agricultores, procesadores y comunidades rurales al tiempo que reduce las emisiones nocivas de la contaminación de los tubos de escape.

Sin embargo, a pesar de su eficiencia e innovación, la industria canadiense del etanol está librando una batalla cada vez más injusta. Los productores estadounidenses reciben importantes subsidios en virtud de la Ley de Reducción de la Inflación (IRA) de Estados Unidos, específicamente los créditos fiscales 45Z, beneficios a los que ninguna empresa canadiense puede acceder. Peor aún, estos productores estadounidenses pueden “hacer doble clic” al combinar los subsidios estadounidenses con los créditos de la Regulación de Combustibles Limpios de Canadá cuando venden en los mercados canadienses. Esta distorsión del mercado otorga a los productores estadounidenses una importante ventaja en términos de costos y, en pocas palabras, transfiere riqueza de los consumidores canadienses a los productores estadounidenses de etanol.

Afortunadamente, justo cuando los consumidores canadienses están reconsiderando sus compras en el supermercado, Canadá tiene el poder de reconsiderar permitir el acceso irrestricto a un mercado que los productores estadounidenses de etanol no pueden darse el lujo de perder. Con los aranceles estadounidenses ya en vigor, Canadá tiene opciones claras para nivelar el campo de juego y fortalecer su industria del etanol. Columbia Británica ya ha respondido, imponiendo requisitos de contenido canadiense para la mezcla de combustibles renovables, una política que mantiene los objetivos ambientales al tiempo que apoya los empleos nacionales. Ottawa y potencias agrícolas como Ontario y Quebec deberían tomar nota.

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